domingo, 16 de febrero de 2014

Pan y libros. Control de lectura 2.

                                                                                                          Imagen tomada de: www.legadodeuntitan.com

“Dame dos trenzas, tres alamares y dos calzones; no, mejor quíteme los calzones y deme dos besos”  de esta manera, las jóvenes mexicanas, queriendo o sin querer,   coqueteaban  con los vendedores de pan, a mitad del siglo pasado. Actualmente, la variedad en la producción de pan en México, no iguala a otra en el mundo, según Cristina Barros, Maestra en historia por la UNAM. 
        De acuerdo con Olga Espinoza, directora de capacitación de la Cámara  Nacional de la Industria Panificadora y Similares de México (Canainpa), en el país existen unas 200mil variedades  de pan dulce y 400 estilos de  producir pan salado. Si bien, los orígenes de su producción no nos pertenecen (ya los egipcios en el 2700 a. C, lo consumían), sí es propio de los mexicanos nombrar cada combinación.
     Bigotes, Burritas, Calvos, Chilindrinas, Gusanos, Ladrillos, Manitas, Orejas, Pachucos, Piedras, Rebanadas, Soles, Yolandas  y Yoyos, son tan sólo algunos de los nombres más originales con que los panaderos  mexicanos (y sus gustosos consumidores),  nos referimos a las piezas de trigo. (“A mí también deme unos besos”)
    ¿Pero por qué hablar de pan, cuando el asunto a tratar son las empresas editoriales? Fácil. Cómo dijo el editor británico Stanley Unwin en 1928, “es un arte un oficio y un negocio” (claro, éste en referencia a la industria de los libros y nosotros en materia de las figuras de masa esponjosa).
     Al igual que las panaderías (ya las tradicionales en cada colonia o los grandes consorcios del tipo Bimbo y Marinela), las editoriales son organizaciones de personas que comparten un fin en común. Éstas se constituyen a partir de preceptos ideológicos, mismos que son la base para decidir el sentido de su producción, que puede ser con o sin fines de lucro.
     La elección de la rentabilidad o la difusión de la cultura, trasciende  a los productos que la editorial ofrecerá a su público. El estilo  de las publicaciones, el lenguaje, el diseño y la presentación de gráficos, son algunos de los elementos que se ven afectados por dicha resolución.
     Para las productoras de libros, tenemos el ejemplo del Fondo de Cultura Económica. ¿Qué no la editorial se distingue por publicar libros de ciencia, de autores mexicanos y de investigación? Jamás encontraremos un recetario de cocina o un libro de autoayuda en “El Fondo” (de acuerdo con los estatutos que publican en su propia página en Requisitos para presentar una obra al Fondo)
     Lo mismo ocurre con las panaderías. Éstas por lo general no eligen entre la “difusión de la cultura o la rentabilidad del negocio”, pero sí un objetivo en cuanto a su producción (¿qué tipo de pan y para quién?)  Bimbo, por ejemplo es una empresa que tiene como misión “alimentar, deleitar y servir a nuestro mundo”. Por ende, y éstos mismos los reconocen en su misión,  visión y valores, están dispuestos a ofrecer productos para todo tipo de consumidores. De esta manera prometen  pan (la línea clásica de pan de caja), pan dulce (conchas, mantecadas, colchones, rollos, etc),  dulces (a  cargo de Ricolino, dulces Vero y chocolates La Corona), botanas (a través de Barcel), y hasta tortillas (con Milparreal  y Tortillinas).
     Así, con los ejemplos anteriores, se observa que las prescripciones ideológicas se pueden traducir en la “misión corporativa de cada empresa”, y al mismo tiempo determinar la demanda (¿Qué necesidades y deseos se  pretende satisfacer?); la oferta (¿con qué productos o servicios se les dará  mayor satisfacción a sus clientes?); y la habilidad distintiva (¿Con cuál ventaja competitiva  se diferenciará de la competencia?), mismas que menciona Leandro Sagastizábal en El mundo de la edición de los libros.
     A partir del establecimiento de  los objetivos de la empresa, éstas se dividen en departamentos que se encargan de funciones específicas.
        El área de producción, es prácticamente donde se crea la obra.  Los empleados en esta área, de las casas editoriales, se encargan de las especificaciones técnicas, el arte y el diseño,  los presupuestos y la edición y preparación de los manuscritos originales. En los consocios alimenticios, el equivalente sería la fábrica de pan y todas las decisiones al respecto: ¿mantecadas o donas? ¿Con chispas de chocolate o glaseadas? ¿Las chipas sólo en el fondo o en la cubierta? ¿Cuál será el precio de la producción?, etc.
     El sector de en cargos de la de publicidad dirige, principalmente, la campaña publicitaria del libro y se encarga de las  relaciones publicas y la comunicación a la prensa. Las panaderías contratan por separado a las empresas publicitarias y dependiendo de los objetivos de venta se crean los mensajes para su compra. (¿No se te hace conocido el famoso mandatario Recuérdame?)
     La sección tercera es la de ventas. En éste se delimitan  los objetivos de venta y de marketing, se da información a los vendedores y se les supervisa, se acuerdan los descuentos y se diseñan políticas de exportación. El símil en Bimbo es la organización de “proveedores” (las personas con uniforme que conducen los autos de la empresa y abastecen a las misceláneas). En ambos casos, tiene contacto directo con el cliente.
     Finalmente, los corporativos necesitan contar con un área administrativa que dirija la contabilidad, se encargue de las finanzas, las compras y la contratación de personal. (¡Quién diría que los libros y el pan podían ser tan semejantes!)
      Dependiendo de cómo estén organizados los departamentos, será la efectividad en ventas que pueda tener la empresa. Con el tiempo, si los productos que se ofertan son de calidad,  ganarán prestigio, se harán de públicos-consumidores sólidos y todos” felices y contentos”.
   
Todo lo anterior fue una manera de explicar la administración de las empresas editoriales. Sí, puede parecer muy sansirolé hablar de pan y de libros, pero si se piensa por un momento, son muy semejantes.  Los dos son grandes placeres de la vida (¿quién no ha sentido que no puede dejar de leer un maravilloso libro o que no puede dejar de comer una concha recién horneada?);  son productos necesarios para la vida (quién no ha leído un poema y ha llorado por  la persona amada; o quién no ha sido  tan feliz  en compañía de un cómplice y una rica pieza de pan y café);  y ambos son reflejo de una sociedad (¿qué diferencia hay entre nombrar un libro como La región más transparente y denominar a un pan Chilindrina?)

                                                                
Tal vez las semejanzas sean superfluas ahora, pero quién no nos asegura que en un futuro trasciendan y las esenciales conchas no  se llamen “Gabriel García Márquez”; que las majestuosas rosas de reyes las pidamos como “deme un Vargas Llosa”; y para los cuernos nos dirijamos con un “Rubén Bonifaz Nuño”. 




Referencias:
- Sagastizábal, Leandro de y Fernando Esteves Fros (comps.).  Administración de una empresa de cultura. Paidós/Diagonales. Buenos Aires. 2002.
-Saborean mexicanos el día del pan. El Universal. [En línea]. Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/notas/381160.html. Último acceso: 15 de febrero 2014.
-Panadería mexicana, formas con sabor. Academia Mexicana de Ciencias. [En línea]. Disponible en: http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=104. Último acceso: 14 de febrero 2014.
-Cómo publicar en el Fondo. Fondo de Cultura Económica. [En línea]. Disponible en: http://www.fondodeculturaeconomica.com/editorial/Publicar/. Ultimo acceso: 15 de febrero 2014

-Historia. Bimbo. [En línea]. Disponible en: http://bimbo2007.blogspot.mx/2007/10/historia.html. Ultimo acceso: 15 de febrero 2014.



-segunda imagen tomada de    www.todopapas.com

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