Imagen tomada de: www.legadodeuntitan.com
“Dame
dos trenzas, tres alamares y dos calzones; no, mejor quíteme los calzones y deme
dos besos” de esta manera, las jóvenes
mexicanas, queriendo o sin querer, coqueteaban con los vendedores de pan, a mitad del siglo
pasado. Actualmente, la variedad en la producción de pan en México, no iguala a
otra en el mundo, según Cristina Barros, Maestra en historia por la UNAM.
De acuerdo con Olga Espinoza, directora de
capacitación de la Cámara Nacional de la
Industria Panificadora y Similares de México (Canainpa), en el país existen
unas 200mil variedades de pan dulce y
400 estilos de producir pan salado. Si
bien, los orígenes de su producción no nos pertenecen (ya los egipcios en el
2700 a. C, lo consumían), sí es propio de los mexicanos nombrar cada
combinación.
Bigotes,
Burritas, Calvos, Chilindrinas, Gusanos, Ladrillos, Manitas, Orejas, Pachucos,
Piedras, Rebanadas, Soles, Yolandas y Yoyos, son tan sólo algunos de los
nombres más originales con que los panaderos
mexicanos (y sus gustosos consumidores), nos referimos a las piezas de trigo. (“A mí
también deme unos besos”)
¿Pero por qué hablar de pan, cuando el
asunto a tratar son las empresas editoriales? Fácil. Cómo dijo el editor
británico Stanley Unwin en 1928, “es un arte un oficio y un negocio” (claro,
éste en referencia a la industria de los libros y nosotros en materia de las
figuras de masa esponjosa).
Al igual que las panaderías (ya las
tradicionales en cada colonia o los grandes consorcios del tipo Bimbo y Marinela), las
editoriales son organizaciones de personas que comparten un fin en común. Éstas
se constituyen a partir de preceptos ideológicos, mismos que son la base para
decidir el sentido de su producción, que puede ser con o sin fines de lucro.
La elección de la rentabilidad o la
difusión de la cultura, trasciende a los
productos que la editorial ofrecerá a su público. El estilo de las publicaciones, el lenguaje, el diseño
y la presentación de gráficos, son algunos de los elementos que se ven afectados
por dicha resolución.
Para las productoras de libros, tenemos el
ejemplo del Fondo de Cultura Económica. ¿Qué
no la editorial se distingue por publicar libros de ciencia, de autores
mexicanos y de investigación? Jamás encontraremos un recetario de cocina o un
libro de autoayuda en “El Fondo” (de acuerdo con los estatutos que publican en
su propia página en Requisitos para
presentar una obra al Fondo)
Lo mismo ocurre con las panaderías. Éstas por
lo general no eligen entre la “difusión de la cultura o la rentabilidad del
negocio”, pero sí un objetivo en cuanto a su producción (¿qué tipo de pan y para
quién?) Bimbo, por ejemplo es una empresa que tiene como misión “alimentar,
deleitar y servir a nuestro mundo”. Por ende, y éstos mismos los reconocen en
su misión, visión y valores, están
dispuestos a ofrecer productos para todo tipo de consumidores. De esta manera
prometen pan (la línea clásica de pan de
caja), pan dulce (conchas, mantecadas, colchones, rollos, etc), dulces (a
cargo de Ricolino, dulces Vero y
chocolates La Corona), botanas (a
través de Barcel), y hasta tortillas (con Milparreal y Tortillinas).
Así, con los ejemplos
anteriores, se observa que las prescripciones ideológicas se pueden traducir en
la “misión corporativa de cada empresa”, y al mismo tiempo determinar la
demanda (¿Qué necesidades y deseos se
pretende satisfacer?); la oferta (¿con qué productos o servicios se les
dará mayor satisfacción a sus clientes?);
y la habilidad distintiva (¿Con cuál ventaja competitiva se diferenciará de la competencia?), mismas
que menciona Leandro Sagastizábal en El
mundo de la edición de los libros.
A partir del establecimiento
de los objetivos de la empresa, éstas se
dividen en departamentos que se encargan de funciones específicas.
El
área de producción, es prácticamente donde se crea la obra. Los empleados en esta área, de las casas
editoriales, se encargan de las especificaciones técnicas, el arte y el
diseño, los presupuestos y la edición y
preparación de los manuscritos originales. En los consocios alimenticios, el
equivalente sería la fábrica de pan y todas las decisiones al respecto: ¿mantecadas
o donas? ¿Con chispas de chocolate o glaseadas? ¿Las chipas sólo en el fondo o
en la cubierta? ¿Cuál será el precio de la producción?, etc.
El sector de en cargos de la de publicidad
dirige, principalmente, la campaña publicitaria del libro y se encarga de
las relaciones publicas y la comunicación
a la prensa. Las panaderías contratan por separado a las empresas publicitarias
y dependiendo de los objetivos de venta se crean los mensajes para su compra. (¿No se te hace conocido el famoso
mandatario Recuérdame?)
La sección tercera es la
de ventas. En éste se delimitan los
objetivos de venta y de marketing, se da información a los vendedores y se les
supervisa, se acuerdan los descuentos y se diseñan políticas de exportación. El
símil en Bimbo es la organización de “proveedores”
(las personas con uniforme que conducen los autos de la empresa y abastecen a
las misceláneas). En ambos casos, tiene contacto directo con el cliente.
Finalmente, los corporativos necesitan contar
con un área administrativa que dirija la contabilidad, se encargue de las
finanzas, las compras y la contratación de personal. (¡Quién diría que los
libros y el pan podían ser tan semejantes!)
Dependiendo de cómo estén organizados los
departamentos, será la efectividad en ventas que pueda tener la empresa. Con el
tiempo, si los productos que se ofertan son de calidad, ganarán prestigio, se harán de públicos-consumidores
sólidos y todos” felices y contentos”.
Todo
lo anterior fue una manera de explicar la administración de las empresas editoriales.
Sí, puede parecer muy sansirolé hablar de pan y de libros, pero si se piensa
por un momento, son muy semejantes. Los
dos son grandes placeres de la vida (¿quién no ha sentido que no puede dejar de
leer un maravilloso libro o que no puede dejar de comer una concha recién horneada?); son productos necesarios para la vida (quién
no ha leído un poema y ha llorado por la
persona amada; o quién no ha sido tan
feliz en compañía de un cómplice y una
rica pieza de pan y café); y ambos son
reflejo de una sociedad (¿qué diferencia hay entre nombrar un libro como La región más transparente y denominar a
un pan Chilindrina?)
Tal
vez las semejanzas sean superfluas ahora, pero quién no nos asegura que en un
futuro trasciendan y las esenciales conchas no se llamen “Gabriel García Márquez”; que las majestuosas
rosas de reyes las pidamos como “deme un Vargas Llosa”; y para los cuernos nos
dirijamos con un “Rubén Bonifaz Nuño”.
Referencias:
- Sagastizábal, Leandro de y Fernando
Esteves Fros (comps.). Administración de una empresa de cultura.
Paidós/Diagonales. Buenos Aires. 2002.
-Saborean mexicanos el día del pan. El
Universal. [En línea]. Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/notas/381160.html.
Último acceso: 15 de febrero 2014.
-Panadería mexicana, formas con sabor. Academia
Mexicana de Ciencias. [En línea]. Disponible en: http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=104.
Último acceso: 14 de febrero 2014.
-Cómo publicar en el Fondo. Fondo de Cultura
Económica. [En línea]. Disponible en: http://www.fondodeculturaeconomica.com/editorial/Publicar/.
Ultimo acceso: 15 de febrero 2014
-Historia. Bimbo. [En línea]. Disponible
en: http://bimbo2007.blogspot.mx/2007/10/historia.html.
Ultimo acceso: 15 de febrero 2014.
-segunda imagen tomada de www.todopapas.com
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