Nombramos el mundo para conocerlo, estudiarlo y tratar de entenderlo. Entonces lo que es brillante, irradia luz y produce una rica sensación de calidez, lo nombramos sol. Y eso que nos sirve de alimento, con su perfume dulce y una superficie tersa, escarlata, y su cuerpo granuloso y firme, lo llamamos manzana. Así con cada uno de los objetos que nos ofrece la tierra.
Los seres humanos no quedan exentos de este acto y de esta forma una mujer con mejillas de jitomate se llama María; alguien de más baja estatura pero del mismo sexo es una Alondra ; y una más guapa es una Josefina. Lo mismo con los hombres; un chico de tez morena es Miguel, el de los ojos llorosos es Andrés y el tímido es Santiago.
Pero el arte de la denominación sobrepasa el mero objeto físico y llega a determinar el ser. Entonces aparecen los cocineros, los abogados, los carpinteros, los filósofos, los periodistas, los ingenieros, los arquitectos y hasta los sacerdotes.
En la marina existen denominaciones para marcar jerarquías y remarcar el poder. A estos se les conocen como rangos o grados. En Secretaria de Marina de México, se clasifican en: marineros; cabo; primer, segundo y tercer maestre; teniente; capitán; contraalmirante; vicealmirante; almirante; y finalmente, secretario de marina.
Al igual que en la Secretaría que vigila las aguas, en las editoriales también existen (por decirlo de alguna manera) "rangos", en el sentido de jerarquías. Uno no puede elaborar un libro así por así. Todo aquel que piense que para la publicación de un manuscrito es necesario tener ideas y una historia lógica y bien estructurada que contar, se equivoca. Sí, es claro que sin éstos un libro no podría existir, pero no es el único escalafón que hay superar.
Hablemos del primero en la escalinata del poder (capacidad) del libro. Cualquier casa editorial necesita textos que publicar, sin ellos simplemente una editorial no tendría sentido de ser. Como en todo, existen "mañas" para hacer llegar los escritos al "fabricante". Una de ellas es seleccionar a un grupo (dentro del mismo corporativo) altamente capacitado para la labor. Pueden ser colaboradores de otras áreas, o un equipo especial. Ellos se encargarán de buscar contactos con los escritores, a fin de competir (tipo juegos del hambre) con otros "buscadores", de otras casa de libros.
Si la táctica no deja resultados, se puede emplear la técnica del "buscador de la snitch", al estilo Harry Potter. Entonces la editorial nombrará a un buscador de textos, que tendrá la tarea de cuidar de los futuros libros que estén en proceso de redacción y de estimar aquellos que hacen falta sobre determinado tema.
Una maniobra que requiere más habilidad es la creación de premios. Las editoriales estimulan la creación de buenos textos ofreciendo suculosas recompensas a los escritores novatos; la publicación, el reconocimiento y a veces, cantidades de dinero, son las recompensas por buenos trabajos.
Finalmente, si ninguna de estas funciona, la casa de libros fracasa. Pero si las fabricantes de letras corren con suerte, puede que se topen con táctica de los escritores: un agente de libros. Los agentes son personas que contrata el escritor para que ofrezcan su trabajo literario a los grupos editoriales.
Después de la ardua labor de encontrar qué publicar, se asciende a un eslabón de más de la misión. Debido a que el quehacer de un libro no es un cometido económico, no se pueden permitir riesgos. Las docenas o los miles de trabajos literarios recolectados (no exageren), se estudian meticulosamente y se leen. ¿Te imaginas, querido lector, leer cientos y cientos de hojas, a contra reloj? No, nadie puede hacer eso. Por ello, los editores, o aquellos encargados de la misión lectora, descartan de primera instancia aquellas obras que: 1. No tengan nada que ver con la línea editorial (por ejemplo, el Fondo de Cultura Económica no publica libros de superación personal). 2 Si son muy extensos o muy pequeños.
Si aún después de hacer una lectura rápida y utilizar estas directrices de selección, el editor (también encargado de está labor) no puede decidir sobre su publicación, entonces puede acudir a otras fuentes. Ya sea al consejo de los departamentos de la editorial (ventas, diseñadores e impresores) o contratar expertos en la materia que determinen su fiabilidad.
Cuando finalmente la decisión se toma, el futuro libro se manda con un corrector de estilo. Mientras tanto, el editor debe platicar con los otros departamentos para asegurarse de los detalles del mismo. El tipo de forro, el papel, la letra, el precio, el público meta, la estrategia de ventas, etc. Con este paso se escalan como dos "rangos" más.
Terminada la labor del corrector, el editor (sí, otra vez él), entabla relaciones con el autor, para mostrar las correcciones, confirmarlas e instaurar un pago por el trabajo. Se encarga, además de vigilar el catálogo, recibir nuevos textos a la vez, coordinar la impresión, la edición y las ventas. Y eso, en muy resumidas cuentas, permite arribar, a libro-producto. FIN
(¿Si hablamos de rangos, ya no en tanto a las acciones para la publicación, sino al personal para que éste sea posible, quién recibiría el cargo de Secretario de Marina? Sin duda alguna, el editor. Hasta el próximo post).
Imagen tomada de estefaniagoren.blogspot.com |
-Smith, Datus. Guía para la publicación de libros. Universidad de Guadalajara. México. 1991
-Domínguez, Rafael. Los grados de la armada de México. Centro de Estudios Históricos de las Bandas de Guerra de México. Marzo. 2008. Fecha de consulta: 18 de abril 2014. [Disponible en: http://www.3dediana.com.mx/gradosmilitaresarmada.html]
0 comentarios:
Publicar un comentario